sábado, 13 de septiembre de 2014




El Imputado

Amanecí con ganas de ser un imputado
para con ello, tener audiencia en tu Juzgado.
Mirarías mis ojos e inmediatamente
me declararían culpable, ante aquella gente.

El delito del que se me acusa, quererte.

Mis argumentos de defensa serían sencillos,
algo en ella trastorna mis sentidos
es extraño lo que ocurre con mi mente,
vivo, pienso y sueño en ella, inconscientemente.

Si decides absolverme y dejarme la llave
para que yo abra el cerrojo de mi cárcel,
tenlo por seguro, que donde la dejes,
esta permanecerá;

Pues mi intención, no es dejar esta pena que compurgo,
sino simplemente ser consciente
y hacértelo saber, que si la vivo la vivo feliz,
porque esta pena radica en ti.

Me mirarías de frente
sentado como acusado de quererte,
y simplemente dictarías tu veredicto:
Culpable su señoría, culpable de quererme.

Se enamoró de mis ojos, se enamoró de mi sonrisa
se enamoró de mi locura.
Culpables los dos su señoría,
y la pena que a el le imponga sea una pena compartida
y si hay que compurgarla,
compurgarla toda una vida.